martes, 7 de septiembre de 2010

El negocio de la felicidad

Hace unos años leí un artículo en el diario El Mundo que me parece perfecto para crear mi primer blog en internet, como introducción a los demás y como pequeño resumen de la temática del blog.

El artículo tiene fecha del domingo 24 de Febrero de 2008, y con solo leer su título nos podemos hacer una idea próxima de lo que trata: "Elogio de la melancolía". El autor es Carlos Fresneda, corresponsal destinado en Estados Unidos (investigando un poco logre averiguarlo en esta página (www.cubadebate.cu/categoria/autores/carlos-fresneda), y también ha sido escritor de otros artículos de interés general, que deberían salir con un poco de más fuerza a la luz. Solamente leyendo otros títulos de noticias publicadas por este periodista, nos damos cuenta de seguro que no le hacen mucha gracia los señores que no paran de hablar de futbol, las señoras que se tiran todo el día viendo programas de salsa rosa o los compañeros que le tachen de hombre excesivamente serio, de hecho no le debe hacer mucha gracia nada de lo que pase en el mundo, en cuanto a sus gobiernos y las maneras que tienen estos de guiar a su pueblo, especialmente al que le han destinado.

Pero dejando la política de lado, da igual si al lado izquierdo o al lado derecho, podremos ver otras perspectivas más cercanas al ser humano. En "Elogio de la melancolía", bien podría ser el título de algún libro de autoayuda, Carlos Fresneda critica la injusta inculcación de la felicidad en los ciudadanos de los supuestos países desarrollados, como nos bombardean los medios con el estereotipo de la felicidad que a ellos más les conviene (o no), es decir, el desarrollo del consumismo; y el auge de ventas de medicamentos destinados a combatir cualquier signo de aflicción.

Cuenta que autores especializados en el tema como los psicólogos Ed Diener, autor de Rethinking happiness (Reevaluando la felicidad), y Martin Seligman, autor de Auténtica Felicidad, afirman que de tanto usar la palabra felicidad esta ha perdido su verdadera esencia, y han surgido múltiples superficies industriales, literarias o de internet que no paran de manipular el término, hasta convertirlo en un sinónimo de la “normalidad necesaria” en el ser humano. Como nos cuenta Carlos Fresneda en su artículo <el Profaz parece haberse convertido en el soma de Un mundo feliz, y ya lo decía Flaubert "para ser crónicamente feliz, uno debe ser también absolutamente estúpido">.

El problema de todo esto radica en que la psiquiatría se puede llegar a ver tentada ha dejar de lado las circunstancias de cada caso particular para monotorizar según los síntomas la diagnosis de depresión. Si usted afirma sentir poco interés por las cosas, si duerme mucho o muy poco, si tiene poca energía y apetito y tiene problemas para concentrarse, será automáticamente diagnosticado como depresivo por cualquiera que trabaje en el sector de lafelicidad, es decir, le tomará como a un enfermo mental, aunque ayer se le haya muerto un familiar cercano.



Lo normal y saludable es mostrar una cierta dosis de tristeza ante la vida y no ocultarla, ya que no siempre la vida deparará buenos momentos, todo lo contrario, nos impondrá pasar por muchas etapas duras; la muerte de nuestros padres y hermanos; de nuestros amigos y la nuestra propia.

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